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Asociacion de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS) |
Lunes,26 de Noviembre 2012
Ayer, en un acto memorable, fue inaugurado el Boulevard “Monseñor Romero”. Esta nueva infraestructura vial fue al inicio un caso emblemático de corrupción en la realización de obras públicas, y ahora representa un paradigma de actuación gubernamental transparente.
Como dijo el Presidente Mauricio Funes en su discurso, el ex Boulevard “Diego de Holguín” fue un monumento a la vergüenza, la desidia y la corrupción durante la época de ARENA, cuyo último gobierno malversó o se robó 63 millones de dólares y no ejecutó la obra. Lo mismo sucedió con el Hospital de Maternidad y con algunos hospitales dañados por los terremotos del 2001.
Cuando asumió el actual gobierno, el ministro Gerson Martínez retomó la obra que encontró hundida entre líos judiciales y desfinanciamiento. Indignado, el titular de Obras Públicas llevó a la Fiscalía una camionada de documentos probatorios de corrupción de la gestión anterior. Pero hasta hoy ninguno de los protagonistas de la monumental corrupción del ex Boulevard “Diego de Holguín” ha sido enjuiciado.
Gerson Martínez consiguió un nuevo préstamo de 31 millones de dólares, hizo un proceso transparente de adjudicación a las empresas participantes y ejecutó la obra en tiempo record de 11 meses. Al final, realizó la consulta ciudadana que bautizó la obra vial con el nombre del Arzobispo Mártir Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
En el magno acto de inauguración, que fue abierto al público, participaron –además del Presidente Funes, el ministro Gerson Martínez y otros miembros del gabinete– Monseñor Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, y don Gaspar Romero, hermano de Monseñor Romero. Y como para mantener algún resabio de vergüenza, también asistió Milagro Navas, la alcaldesa de Antiguo Cuscatlán que ha tenido el descaro de levantarle un monumento al señalado por la Comisión de la Verdad de la ONU como el asesino de San Romero de América.
Pero retomando el desempeño transparente y eficiente del Ministerio de Obras Públicas en la construcción del Boulevard “Monseñor Romero”, vale exhortar a que todas las instituciones estatales actúen de la misma manera. Esto es necesario decirlo porque algunas instancias todavía actúan como en tiempos de ARENA, en forma oscura. Una de éstas es la Comisión del Río Lempa (CEL) que, como comentamos en el editorial anterior, pagó más de 100 millones de dólares a una empresa extranjera por una obra que no hizo.