Escrito por: Silvia Fuentes
Ilustración: Juan Kalvellido
Y no calló el hombre cuando el fuego,
cuando el hambre, cuando la muerte,
cuando vio que dios era terrateniente
No pudo desnucar la verdad
para vestirse de oro y crucifijo.
Cada vez que las balas
podrían el aire y el aliento,
su boca de paz golpeaba al país
y su barbarie.
No pudo ser sólo sotana,
e improvisar una fe
que envenena las conciencias
con homilías vulgares.
No pudo alejarse de las matanzas,
de los sables y de la metralla,
del dolor de un pueblo entero
que se ahoga en sangre.
Porque no pudo desaparecer el hombre
para dejar paso a dios en los altares,
porque no pudo dar la comunión a los que bajaban los pulgares,
porque no pudo, ni supo, ni quiso callar,
porque no se hincó de rodillas para pedir piedad si no que de pie, exigió justicia, lo mataron.
Los que lo temieron por ser, antes que nada, hombre,
lo mataron para quedarse solos pariendo más y más horrores.